Tomás Ocaña i José Manuel Guerrero, después de sonar en Ensems con David Moliner: «Trabajar con un intérprete es sinónimo de saber que se harán las cosas lo mejor posible»

Entrevistamos a los compositores Tomás Ocaña (1999) y José Manuel Guerrero (1987) después de que sus obras Zarabanda y Hidden, respectivamente, hayan sonado en el Festival Ensems. Las obras han formado parte del proyecto llevado a cabo por David Moliner, Mirades actuals sobre J.S. Bach. Los dos compositores han podido participar en este proyecto de tutorización y colaboración con Moliner, estrenando sus obras en la Philharmonie de Berlín y el Palau de la Música de València. De este último, puedes leer ya la crítica que hicimos en MIKROKOSMOS.

¿Cómo es trabajar con un intérprete y qué crees que cambia en el caso de David Moliner al ser, además de intérprete, también compositor?

Tomás Ocaña: A la hora de trabajar con una personalidad como la de David, es muy gratificante el poder obtener consejos no solo del aspecto puramente técnico e instrumental de, en el caso de este proyecto, la marimba, sino también de aspectos compositivos. Es decir, de la organización de los elementos musicales que he querido incluir en mi pieza, de su posterior desarrollo, o de los fundamentos creativos que anteceden a la creación de dichos elementos y de el por qué de una manera o de otra. Durante el proceso se dieron momentos en los que ambas personalidades coexistieron, lo que llevó a consejos inconexos o que se contradecían, pero la sensación general fue satisfactoria.

José Manuel Guerrero: Trabajar con un intérprete es sinónimo de saber que se harán las cosas lo mejor posible, nos da facilidad de escritura a los compositores, nos explica las limitaciones y recursos más significativos del instrumento, en este caso, trabajar con David ha sido una dicha increíble, porque además de ser un intérprete de gran calidad, lo es como compositor, me ha dado herramientas que he podido explorar dentro de un instrumento tan complejo como la Marimba. En este caso, cambia mucho el tener la dualidad de ambas ramas, ha sido de gran aporte para mi carrera.

¿Cómo te sientes después de haber estrenado la obra en dos lugares tan emblemáticos como el Palau de la Música en Valencia y la Philharmonie de Berlín?

TO: Sin duda han sido experiencias con un impacto en mi carrera profesional muy importante. El poder escuchar una música que has ido creando poco a poco, con todo el esfuerzo que conlleva, y que finalmente se interprete en una sala con tan buena acústica y rodeado de personalidades de tanto prestigio, te da un impulso que es de gran ayuda.

JMG: Ha sido y está siendo un lujo poder estrenarlas en ambas salas, no solo por lo que simboliza cada una de ellas, sino por la acogida que tuvo en Berlín, así como espero sea en el Palau. Es un placer enorme poder disfrutarlo.

David Moliner nos dijo en una entrevista: «Si no hubiera estudiado percusión, mi música sería muy diferente». ¿Qué instrumento has estudiado? ¿Crees que te influye como compositor?

TO: Evidentemente, claro que influye. Al comenzar a estudiar un instrumento desde una edad tan temprana, las cualidades de los instrumentos se mezclan con el desarrollo psicológico y de la personalidad del que los estudia. Esto hace que la música de David esté muy influida por aspectos rítmicos o, en el caso de la marimba, por elementos airosos, rugosos y texturales que permeabilizan toda su música. En mi caso, al haber estudiado clarinete, se perciben en mis obras la alternancia de mundos muy diversos, de ideas muy contrastantes que aparecen y desaparecen de manera súbita, casi sin aviso. Y es que el clarinete es un instrumento muy versátil, con un registro muy amplio que puede abordar estilos musicales diversos. Tan solo hay que comparar a Benny Goodman con Martin Fröst, o con el gato de Pedro y el Lobo de Prokofiev, o con las últimas composiciones de Johannes Brahms, o con la música Klezmer, o el devastador opus 57 de Nielsen, o la travesía en avioneta del concierto de Jean Françaix, o la música para un clarinetista con orquesta (Accanto) de Lachenmann.

JMG: Fui trombonista durante muchos años y estudié dirección de orquestas también, creo que la influencia es inevitable, por la forma de ver y entender la música desde un punto de vista interpretativo y sobre todo el conjunto de todos los sonidos que escuchamos en la masa orquestal, eso hace que al final, lo que componemos sea consecuencia de lo que estudiamos, de lo que oímos y de lo que sentimos.

¿Qué cambios han surgido en la pieza tras la tutoría de David Moliner?

TO: Cambios como tal, ninguno. Como ya he comentado, ha sido un proceso de varios meses en los que poder comentar, debatir y llegar a acuerdos entre David y yo, probar muchas ideas y conseguir alcanzar un objetivo que nos satisficiese tanto a él como intérprete (que busca obras que se adapten a su estilo y técnica con una temática muy marcada), como a mi (que trato de componer piezas que generen interés emocional e intelectual en el público, gestionando el parámetro temporal de una manera orgánica y coherente).

JMG: Siendo honesto, muchos, David ha sido un tutor capaz de entender mi propuesta y saber llevarla a un punto imparcial de lo que se puede hacer humanamente posible y el pensamiento profundo de mi mente como compositor.

En un mundo cambiante y convulso como el actual, ¿qué papel crees que juega la nueva creación musical?

TO: Juega un papel determinante, aunque la sensación del público general sea el contrario. Sin duda, las nuevas tecnologías y nuestra adicción como sociedad a ellas han hecho que nadie pueda estar atento a una pieza de música de más de un minuto (o a veces incluso menos). Necesitamos que vaya acompañada de una imagen, una trama que nos seduzca, o unos efectos luminosos muy excitantes que capten la atención de cuanta más gente, mejor. Es una especie de horror vacui, de miedo al vacío, de querer llenar todo nuestro tiempo de estímulos con un contenido vacío. 

Para mí, como artista, el problema de todo esto viene cuando el público piensa que el mundo real es igual a todo lo que ve en internet, a la carencia de juicio propio que les haga discernir entre lo real y lo virtual. Y si el arte debe ser una interpretación del mundo real, por muy dura que parezca esta interpretación o muy difícil de escuchar, vale la pena tratar de utilizarla como una herramienta para hacer despertar a ese público lánguido y apagado.

JMG: Ya sabemos en qué mundo vivimos, cómo lo tratamos y en consecuencia, a donde pararemos con todo lo que ocurre a nivel mundial, ahí es donde la creación se vuelve aún más un modo de expresión invaluable el cual debe adaptarse a los tiempos modernos, todo cambia, todo evoluciona.

¿Cómo ves el presente y el futuro de la profesión del compositor/a?

TO: El presente es muy incierto, y el futuro más todavía. Me parece que se están generando muchas oportunidades en festivales y orquestas que son de gran interés, con proyectos que abarcan disciplinas muy amplias. Aunque cada vez se vean más instituciones que no permiten el uso de instrumentos electrónicos, o selecciones de compositores que dejan de basarse en elementos puramente musicales para basar sus decisiones en criterios que no tienen nada que ver con ellos (como la orgullosa publicación que vi de un jurado en facebook), o la ya mencionada incursión en nuestras vidas de las nuevas tecnologías, que nos llevan a escuchar música más corta, más simple y que nos requieran menos atención. Nos llevan a oírla, más que escucharla. Y si hablamos de España, pues échate a temblar. La ausencia de festivales importantes que den voz a compositores jóvenes, la falta de concursos más diversificados por todo el territorio (sin contar el premio gordo que ya existe, que bien podría reducir su cuantía para apoyar o crear otros tantos), el sistema laboral de nuestro país que premia más el tiempo de servicio que la calidad educativa del profesorado… Un futuro incierto, debo decir.

JMG: No es un camino fácil, es una carrera de fondo, muchas personas por falta de apoyo o por falta de estímulo no continúan, sin embargo, el verdadero artista, buscará la mejor manera de seguir su camino y expresarse en este caso con la música.

¿Cuáles crees que son las mejores oportunidades y espacios para desarrollar tu carrera compositiva (talleres de nueva creación, encargos a jóvenes compositores, festivales de música contemporánea, másters o postgrados de composición…)?

TO: Todo depende de hacia donde uno quiera dirigir su carrera. Si lo que importa es el dinero, pues lo más importante será buscar los concursos con premios más cuantiosos y con más proyección internacional. Si lo que importa es hacer música de calidad, lo importante será buscar orquestas de gran nivel que toquen tu música. Si lo que importa es encontrar trabajo de docencia o investigación en un país como España, lo importante será tener un título lo antes posible y empezar a opositar rápidamente. Si lo que quieres es tener un gran nivel de escritura, desarrollar un oído intuitivo y tener un gran conocimiento de la música, lo importante será rodearse de buenos profesores, compañeros interesantes, hacer escuela, debatir, adquirir nuevas herramientas día a día, tener un cierto nivel de curiosidad, etc.

JMG: Todas las opciones tiene su cabida, depende de lo que busquemos, sin embargo tener un tutor o maestro que te exija, que saque lo mejor de ti y además que esas obras que tanto esfuerzo te llevan, salgan a la luz por medio de festivales y conciertos, son el mayor sueño de un compositor. Sin embargo, el apoyo económico tiene un papel fundamental dentro del sueño de cualquier músico, por ende, es prioridad dentro de este mundo artístico.

¿Siempre pensaste en escribir música? ¿Cuándo surgió en ti la necesidad o el deseo de componer?

TO: Todo nació como le sucede a la gran mayoría de compositores y músicos españoles, en una banda de música. Con 16 años quise componer marchas procesionales y pasodobles, y así empezó el gusanillo de la composición. Con 18 años empecé el grado superior de clarinete, y al año siguiente el de composición. Creo que esta fue la decisión más acertada que tomé, ya que me abrió un nuevo mundo de posibilidades (dentro de la música contemporánea) donde desarrollar mi voz como artista más allá del clarinete. Tras llevar las dos en paralelo y acabar ambas titulaciones, me fui a Frankfurt a realizar estudios de máster de composición. Y durante esta temporada 24/25 me dedicaré a finalizar dichos estudios, además de formar parte de la Academia del Ensemble Modern de Frankfurt como clarinetista.

JMG: De alguna manera, siempre he tenido la composición como medio de expresión, en diferentes etapas de mi vida crear era prioridad, todo esto viene desde muy pequeño cuando solía sentarme en un teclado a tocar melodías y escuchar música de Beethoven, Bach, pero también música tradicional de mi país, Venezuela.

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