Beethoven, Bruch y Mozart: un viaje clásico para despedir el año con la Euskadiko Orkestra

El pasado lunes 2 de diciembre tuvo lugar el último programa de la Euskadiko Orkestra en el Kursaal. Mozart, Bruch y Beethoven fueron los compositores escogidos tras el cambio de repertorio respecto a la programación inicial.

En el anuncio de la programación completa de la Euskadiko Orkestra se encontraba en el cuarto concierto un repertorio compuesto por Bruch, Saint-Saëns y Bruckner con el que terminar el último tramo del año 2024. Desafortunadamente este programa no se ha podido realizar, y se ha optado por abordar el concierto con unas obras diferentes. También hay que destacar el cambio en la dirección, ya que Robert Treviño iba a ser el encargado de guiar a la orquesta en este concierto y finalmente ha sido Pinchas Zukerman el director, además del solista. 

La primera de las piezas fue la obertura de La flauta mágica de Mozart. Es una obra que no necesita presentación. Su reiteración en las interpretaciones y su condición de una de las piezas más tocadas en el universo operístico la hacen ampliamente conocida. Sin duda fue un buen inicio para escuchar el trabajo de la orquesta. En la dirección musical Pinchas Zukerman supo transmitir su experiencia como violinista e impregnar a los músicos de una interpretación ejemplar, donde el inicio del allegro se articuló a una velocidad generosa mientras se mantenía una articulación limpia y unificada.

Para la siguiente obra se necesitaría de la aparición de la violonchelista Amanda Forsyth, quien interpretaría como solista Kol Nidrei de Max Bruch. Una obra con un tinte excesivamente expresivo y melódico. La interpretación de Forsyth también destacó por sumarse a estos adjetivos, ya que la ejecución de grandes vibratos y el uso de algunos portamentos inundó la interpretación de la pieza. Una pieza que deja a la orquesta en un segundo plano con un acompañamiento escueto, donde las intervenciones de los vientos no añaden más que un tinte de sonoridad anecdótico. Es cierto que la pieza funcionó para cambiar de rumbo respecto al estilo del concierto, ya que la siguiente pieza también sería de Mozart, como la obra inicial. 

Amanda Forsyth junto a la Euskadiko Orkestra. Foto: Juantxo Egaña.

El Concierto para violín nº5 de Mozart sería la pieza escogida para reemplazar al Concierto de violín nº1 de Bruch. De este modo, Pinchas Zukerman cambió la batuta por el violín y asumió simultáneamente el papel de director e intérprete. Para realizar este cometido se debe dominar de forma cuantiosa tanto la pieza musical para ser interpretada como director y como intérprete. Para Zukerman no supuso una dificultad, ya que la naturalidad con la que se desenvolvió fue síntoma de la interiorización de la composición de Mozart en los dos ámbitos. Es muy sencillo explicar como director el fraseo de un determinado pasaje si eres capaz de interpretarlo con el instrumento solista. Este fraseo se trasladó a la sección de cuerdas de forma exitosa. Es cierto que el recurso de director/intérprete no es una práctica que personalmente comparta. Los intérpretes de la orquesta no suelen tener la misma seguridad cuando no cuentan con una figura que marque claramente las entradas y refuerce los pasajes más complejos. Este hecho podría afectar especialmente a las cuerdas de trompas y oboes, debido a sus intervenciones más aisladas en la pieza.

Pinchas Zukerman interpretando el Concierto para violín Nº5 de Mozart. Foto: Juantxo Egaña.

La interpretación de la Sinfonía Nº2 de Beethoven fue la pieza escogida para dar fin al concierto. Beethoven es uno de los compositores imprescindibles en todas las temporadas de orquesta. Sus sinfonías se interpretan año tras año, no obstante, la segunda sinfonía es de las composiciones menos interpretadas de Beethoven. La ejecución de la obra fue precisa. El público donostiarra pudo apreciar la limpieza de ciertos pasajes, en el que la unidad orquestal formaba una estructura sonora completa. También se pudo reiterar el conocimiento interpretativo de Zukerman, quien con una mirada generosa trasladó a la sección de cuerdas su versión interpretativa. 

El resultado final fue un concierto con una unificación estilística bastante estable. Entiendo que el cambio de programa pudo generar ciertas complicaciones en su reelaboración y optaron por una sonoridad más bien clásica. Con el programa inicial en mente, se establecía una complementariedad respecto a los conciertos anteriores. Es cierto que con la programación resultante de este concierto se obtenía otro concierto de violín (en el anterior programa se interpretó Schumann) y la reiteración en Mozart (hace programas se interpretó el concierto para clarinete). En todo caso, los ajustes permitieron el recuerdo de obras que forman parte del cánon y acompañadas de una buena interpretación fueron una buena manera de finalizar el 2024 de la Euskadiko Orkestra. 

La Euskadiko Orkestra en el Kursaal. Foto: Juantxo Egaña.

Fotografías: Juantxo Egaña

Reseña de Álvaro Pérez Sánchez

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