Joan Gómez Alemany entrevista a los tres alumnos finalistas del Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE – CNDM que forman parte del alumnado del Conservatorio Superior de Música «Joaquín Rodrigo» de Valencia (CSMV). En esta segunda parte disfrutamos del testimonio de Bernat Cucarella.
Entrevista a Bernat Cucarella Sifre por Joan Gómez Alemany
Joan Gómez Alemany: Recientemente has ganado el segundo Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE – CNDM, en su edición XXXV, casualmente otros compañeros tuyos del Conservatorio Superior de Música “Joaquín Rodrigo” de Valencia, como Esther Pérez y Aarón Esteve, han conseguido el tercer premio y mención honorífica, respectivamente. ¿Puedes contarnos cómo fue la experiencia y hablarnos de tu obra premiada?
Bernat Cucarella Sifre: Fue una experiencia increíble. Es uno de los concursos que considero realmente completos. Por una parte, la preselección es anónima; luego los compositores tienen un ensayo para poder hablar con los músicos y trabajar sobre la obra y luego el jurado tiene dos conciertos, uno privado y otro público, que les ayuda a deliberar. Además de eso, el premio y las oportunidades laborales que ofrece son muy interesantes.
Además, es un concurso en el que me apetecía mucho vivir la experiencia de quedar finalista porque otras amigas compositoras ya lo habían vivido y me habían hablado muy bien. Me refiero a Llum Martí (2020) y Esther Pérez (2023-2024), a las que admiro como compositoras.
Es una oportunidad perfecta de que se toque la obra y de darse a conocer como compositor y el estilo compositivo.
Cuando me enteré de que 3 de los 4 finalistas éramos del conservatorio me pareció fantástico, ya que además de Esther y yo también había sido seleccionado finalista Aarón Esteve. Es todo un orgullo. Esto ratifica que tanto el departamento como el alumnado de composición del Conservatorio Superior de Música de València tiene mucho nivel y fue un placer compartirlo con ellos. Además, tuve la suerte de conocer a Anton Alcalde, ganador de esta edición. Aunque compartimos pocas palabras, su pasión por la composición era evidente. Ojalá volvamos a coincidir.
Mi obra se llama “La ecuación del calor”. Esta obra investiga las sonoridades de un sexteto en un discurso donde conviven una polifonía fragmentada con tratamientos armónicos actuales, aportando un fuerte peso al aspecto espectral y gestual de la obra.
Conforma una visión actual donde el planteamiento puntillista, la variedad rítmica y las modulaciones tímbricas están inspiradas en la ecuación homónima. Esta, describe la distribución del calor (o variaciones de la temperatura) en una región a lo largo del transcurso del tiempo. Además, ayudó al descubrimiento de la serie de Fourier, necesaria en el análisis de los armónicos de un sonido.
Aunque hay una inspiración científica, el discurso orgánico ha sido planteado en pro del músico y del oyente, esperando un disfrute de ambas partes después de un trabajo de micro-fraseo, fraseo y espacialización, entre otros.
Puedo comentar como anécdota que suelo decidir el título al final del trabajo compositivo para que sintetice todo lo creado. En este caso, vi oportuno mezclar la academicidad de “ecuación” con lo cotidiano de “calor”. Además, la compuse durante días que hacía bastante calor y quizá eso me acabó de inspirar…
J.G.A.: Eres un joven compositor, pero ya estás haciendo muchos proyectos interesantes. Para quienes no conozcan tu trayectoria ni tu música, ¿Puedes hablarnos de ello?
B.C.S.: ¡Muchas gracias! Eso pretendo, me encanta crear proyectos, algunos resultan más interesantes, otros se quedan por el camino y muchos están en la carpeta de “en espera” para que salgan a la luz cuando sea su momento.
Nací en Alzira, una localidad de Valencia, España, en 2001. Empecé estudiando violín a los 4 años, ya que no quedaban plazas en piano y llegó un día que me cansé. Ahí, a los 5, tuve mi primer año sabático. Pero mi inquietud por la música siempre estuvo muy presente, creándola en cualquier sitio (tres cubos y dos ramitas, unas fichas de lego para formar instrumentos, etc.). Por ello, decidieron apuntarme a música de nuevo a los 6 años, pero esta vez a percusión, y ahí acertaron. Continué los estudios de música en formación clásica interesándome en jazz y composición. También empecé a ir a Sedajazz, que junto a la Berklee, me han formado como intérprete de jazz. Cuando llegó bachillerato era el momento de decidir entre dejarme llevar por mi fascinación por las matemáticas o dedicarme a la música. Tomé la decisión del bachillerato artístico, aunque luego me daría cuenta que las dos disciplinas que me gustaban eran dos caras de la misma moneda. Entonces cursé los estudios superiores de composición en el CSMV tutorizado por Voro García, aunque iba a clases de oyente tanto del departamento de sonología como del de jazz.
Hasta ese momento fui haciendo muchos proyectos de diferente índole. Por supuesto muchos musicales, pero también relacionados con el audiovisual, que es lo que me llevó a trabajar junto a Jaime Altozano. Me mudé a Madrid y ahí me tomé mi segundo año sabático como estudiante, pensando que esa etapa, por fin, duraría un poco más.
Nada, al año siguiente, 2024, me volví hacia Valencia sin dejar mi trabajo y sentí que me quería seguir formando, así que empecé el máster de creación sonora y tecnologías musicales que ofrecen en el CSMV tutorizado por Pere Vicalet y Carlos D. Perales.
En mi faceta como compositor, destaca el primer premio en el concurso internacional de composición para quinteto de metales organizado por Spanish Brass en el festival SBALZ 2023, el segundo premio en la 35º edición del Premio Jóvenes Compositores 2024 – SGAE CNDM y el premio de obra solo en el festival DYCE a nivel europeo, así como el encargo de obras y colaboraciones con artistas destacados.
Mis obras trabajan tanto el gesto sonoro como el visual, manteniendo un fuerte tratamiento armónico y rítmico. Se pueden observar influencias directas de la música para big band así como el trabajo del groove como elemento generador del discurso. Toda la información que he recibido sobre arte a lo largo de mi formación se ve reflejada en las diferentes obras que compongo, siendo elementos muy utilizados en el discurso artístico tanto la escena como la electrónica y la convivencia de diferentes estilos. Aunque he realizado otros proyectos artísticos, es el de composición el que más representa el Bernat actual.
J.G.A.: Además de compositor, eres percusionista, colaborando con varios grupos y escribiendo música muy variada para esta formación. Tener una doble identidad intérprete-compositor es siempre interesante, háblanos sobre esto en tu caso.
B.C.S.: Aunque percusionista lo seré siempre, es cierto que desde hace un año ya no me dedico a la interpretación. Ser intérprete supone un sacrificio muy grande de estudio constante. Últimamente no podía centrarme en esto y cuando tocaba en los conciertos sentía que podía hacerlo mucho mejor. Esa sensación no me gustó nada, y tuve que decidir. La composición o, en general, cualquier actividad que pueda hacer artística desde casa con el ordenador, me llena mucho más que la interpretación. Así que he tirado por este camino. Me gusta pensar que yo continúo tocando a través de mi escritura (y es eso lo que realmente ocurre).
La percusión me ha cambiado la manera de entender la música. De hecho, mi música clásica es directamente contemporánea por la cantidad de obras de este género que hay escritas para el repertorio de mi instrumento. Gracias a la percusión también soy capaz de valorar más elementos de una obra como son el groove o el ritmo, que suelen quedar apartadas en las obras más académicas y que para mí son el motor más importante, incluso me parecen mucho más interesantes que no una melodía al uso.
Esta concepción diferente del entendimiento de la música y una reflexión constante sobre qué y para qué sirve la música, me hace replantearme y cuestionar mis obras desde puntos externos. Quiero pensar que esto hace que la calidad compositiva progrese poco a poco.
Por supuesto, escribir música para percusión es mi zona de confort. Aunque por suerte, también lo son los instrumentos de jazz, el piano, el clarinete, el contrabajo y poco a poco lo irán siendo los demás instrumentos con los que me pueda relacionar. Cuando me preguntan “qué instrumento sabes tocar” siempre digo que todo lo que se pueda aporrear. Incluso he llegado a tocar el bajo eléctrico en fallas, y me ha hecho formarme en la utilización de armónicos en las cuerdas y la recepción, por parte de la audiencia, de la inversión de acordes. Todo una masterclass de composición en tres días.
J.G.A.: Tu formación es variada y ecléctica, te interesa mucho el jazz, como también has realizado arreglos y eres muy activo en YouTube realizando diversos vídeos y creando música de muchos estilos diversos, no solo las asociadas con la música contemporánea. Cuéntanos sobre esto y si buscas enlazar todos estos aspectos entre sí, o más bien son independientes.
B.C.S.: La frase que más me ha acompañado es aprendiz de todo, maestro de nada. Y así es, ya que comparto un enfoque humanista del aprendizaje. Yo valoré que mi potencial estaba justo en eso, en la posibilidad de ser un artista multidisciplinar, y creo que es algo necesario en el mundo prácticamente cuántico que vivimos.
De pequeño tuve muchos intereses laborales, la música no fue a lo que me quería dedicar hasta que tuve que elegir. Siempre he estado trasteando con electrónica, informática, artes circenses, baile, audiovisuales… y creo que poco a poco todo está llegando a su sitio en forma de proyectos que mantienen la música en el centro, pero tocan un poco de cada rama artística y/o científica.
Descubrí YouTube como medio de entretenimiento pero, poco a poco, entendí el potencial que tenía como medio divulgador. Espero que de aquí poco se pueda empezar a citar los vídeos como material informativo y contenedor de contenidos relevantes, porque es increíble la cantidad de información corroborada que hay en la plataforma. En ese camino me topé con youtubers como Jaime Altozano, Ter, Derivando, CdeCiencia, El Robot de Platón, QuantumFracture… y me hicieron ver la capacidad que había de transmitir conocimiento a través de la pantalla. Yo quise contribuir creando vídeos en la plataforma, mezclando mi inquietud didáctica pero también la posibilidad que se me brindaba de exposición y diversión haciendo los vídeos. Aún tengo muchos guiones a medio hacer, quizá lo retome, quizá no, quizá suba un vídeo al año. Eso me parece bonito también.
Ahora prefiero enfrentarme en directo a alumnos reales y he empezado a dar cursos/masterclass variadas: Malabares y matemáticas, IA en la música, Dorico (software de notación musical), sensores en la performance, nuevas perspectivas didácticas con tecnología… Me lo he tomado como reto: mejorar mi dicción, la expresión de mis ideas, la improvisación oral…
Trabajando en Musihacks, he descubierto que la didáctica y pensar una metodología me divierte mucho. Es un rompecabezas que te hace replantear el temario para poderlo explicar de la mejor manera al alumno. Y a la vez, te ayuda a consolidar la información en cuestión y expandir conocimientos.
J.G.A.: Muchas de tus composiciones son intermediales, combinando vídeo, electrónica e incluso interactividad y «performance». Detalla más este aspecto tuyo y háblanos de estas obras.
B.C.S.: Aunque no me gusta el fútbol, si hay una pantalla no puedo evitar quedarme empanado mirando. Quizá esto es algo personal o es incluso generacional. Las pantallas captan mi atención y lo veo como un buen mecanismo para hacer disfrutar más a la audiencia de la obra.
Me encanta la idea de mezclar técnicas. En el mundo que vivimos lo veo necesario.
Además, ¿la música es solo aquello que se oye? ¿No es acaso una mezcla entre lo visual y lo auditivo en la sala de conciertos? ¿No es un ritual que consiste en acudir a un espacio cultural, acompañado o no, y desconectar por unos instantes de lo que hay fuera del auditorio? ¿No es ponerse unos auriculares y que te acompañe mientras vas en el metro? Claramente la música no es solo lo meramente sonoro, lo envuelve todo, un compendio de actividades que hacen que sea completo. De hecho, la ausencia de sonido también es música. No tanto como la ve John Cage, sino como un silencio cómplice, cargado de expectativas, que ocurre justo antes de empezar una obra, como cuenta Paolo Bortolameolli en su charla Ted.
Mi definición de música sería aquel espacio temporal donde conviven estilos, recursos y sorpresas, prevaleciendo un tratamiento intencional del sonido por encima del resto de las demás artes implicadas en la obra. Bueno, esta es mi definición ahora, hace dos años no era esta, y de aquí otros dos veremos qué me ronda por la cabeza.
J.G.A.: Una de tus últimas creaciones es «To-kà: A true Samurai?» estrenada por el grupo Alxarq Percussió y que además se ha editado recientemente en un disco de Liquen Records. Esta obra para trío de percusión, electrónica y vídeo, mezcla muchas películas de samuráis en un collage variado que incluso introduce los rostros de los percusionistas en los films gracias a la tecnología. Nos puedes hablar de esta composición tuya tan interesante.
B.C.S.:¡Por supuesto! To-kà, es la primera obra que hago en la que introduzco el humor dentro de la música. Es un concepto muy delicado. Siempre me ha fascinado como Tricicle podía lograrlo sin decir prácticamente ninguna palabra, ¡y a nivel internacional!. En este caso yo lo introduzco de manera cautelosa, sin perder la seriedad del ensemble de percusión.
Esta obra explora la relación entre la voz del intérprete y los instrumentos tal como lo hacen algunas artes de percusión rítmica como el Konnakol, que consiste en asignar unas sílabas a los golpes típicos de la tabla para poder estudiar e interpretar su música. Se utiliza también este recurso como elemento rítmico y tímbrico escénico. El instrumental ha sido elegido teniendo en cuenta la coherencia tímbrica con la voz, pero también considerando un recordatorio de aquellas músicas tribales que usan estas técnicas vocales.
En cuanto a los visuales, se han utilizado dos técnicas. Por un lado, se han empleado películas de samuráis sin derechos de autor y, por otro, se han superpuesto las caras de los intérpretes en 3D. Aunque hay un hilo narrativo, el objetivo principal del vídeo no es contar una historia, sino que el público descubra un tipo de cine diferente al occidental. El escaneo de las caras de los intérpretes es una tendencia actual en la música de nueva creación para personalizar el contenido visual con los mismos intérpretes. Para decirlo con palabras actuales, una versión customizada. En este caso, son los personajes los que, a veces, se transforman en los propios intérpretes.
La inclusión de la imagen de los propios intérpretes en los visuales es arriesgado. Por una parte sorprende, por otra dificulta que la pieza se toque por otros grupos. Las obras de nueva creación son difíciles de programar. Para mí, un compositor que triunfa no es aquel al que le estrenan obras, sino aquel al que le tocan las obras varias veces, por eso esta obra es arriesgada. Fue cuando descubrí la serie de obras Custom de Óscar Escudero cuando me interesé y animé por esta idea y por lo que podía aportar al espectador. En este caso no es tan “custom” como él lo hace, pero sí que juega con la idea de que los intérpretes en escena son los mismos que en el vídeo.
J.G.A.: Al hilo de la pregunta anterior donde se mencionaba la tecnología, esta ocupa un lugar destacado en tu proceso creativo y si permites decirlo, en tu pensamiento. Además, has dado charlas y conferencias sobre ello. ¿Puedes explicarnos esta faceta tuya tan actual y novedosa?
B.C.S.: Esta vez te contestaré rápido con una foto. De hecho, todas las fotos que yo recuerdo de pequeño que no son haciendo algo relacionado con la música son así.
Desde hace unos pocos años me he tomado la creación de software, la programación, o todo lo relacionado con este como algo más serio. Pese a que he notado la falta de formación académica en ese sentido, hay recursos más que suficientes en internet para avanzar de forma autodidacta. Eso sí, he cometido muchos fallos y se avanza mucho más lento, pero poco a poco se van viendo resultados.
Siempre he soñado con esa idea de cyborg, de transhumanismo. Potenciar ciertas habilidades que el humano no tiene o incluso algunas específicas: ¿no sería increíble tener oído absoluto a demanda? ¿poder estar conectado a internet sin necesidad de un dispositivo? La tecnología ya forma parte de nuestra generación. Para mí esto no es algo malo, no considero que haya perdido la capacidad de divertirme ni de vivir sin ella, solo que, paradójicamente, siento que me hace estar mucho más conectado con el mundo real.
Volviendo a tu pregunta y a la relación con la composición, he desarrollado algunas aplicaciones que me permiten tener automatizados ciertos procesos en el proceso de crear una obra. Algunos de ellos están dentro de un conjunto llamado Horos-cope (la idea proviene de la obra Horos de Xenakis, por la cual desarrollé el primer programa). Es cierto que utilizo tanto procesos míos como externos, pero, por lo que he visto, el resultado siempre es mejor cuando hago una escritura automática u orgánica.
J.G.A.: Y como última pregunta, si pueden revelarse, cuáles son tus futuros proyectos, composiciones, ideas, etc.
B.C.S.: Los proyectos no paran. Tengo la suerte de haber acabado la carrera de composición y ya tener encargos de composición, orquestación, transcripciones… Pero también me apetece probar con proyectos personales, como lo es eSlapp, una editorial y aplicación a la vez que busca cambiar la manera de escribir e interpretar la música, o LookingOp, un gestor de conciertos y festivales. Ambas en busca de financiación y desarrollo.Muchas más cosas irán apareciendo. Puede ser bueno o no, pero para mí, lo que me hace sentir vivo, es la creación constante de proyectos. Algunas llamas se irán apagando y otras aún no me imagino ni por dónde irán. En mi web y redes iré colgando las actualizaciones, podéis seguirme por ahí.
