El concierto del pasado jueves día 13 destacó por el estreno estatal del Concierto para percusión y orquesta de Detlev Glanert y la ejecución del proyecto Abestu Euskadiko Orkestrarekin.
La tarde del jueves se iniciaba con una propuesta novedosa por parte de la Euskadiko Orkestra, se trataba de Abestu Euskadiko Orkestrarekin. Este proyecto permite a 120 cantantes no profesionales participar en un programa de la Euskadiko Orkestra. Las obras se presentaron antes del concierto programado, con una duración total de 15 minutos. A priori, puede resultar extraño incluir unas propuestas corales sin conexión aparente con el programa. Sin embargo, este hecho incluye múltiples beneficios para la formación orquestal, que valoraría de forma positiva la participación. El simple hecho de la asistencia de los familiares y amigos de los participantes puede ser un puente para captar nuevos oyentes que no han tenido la oportunidad o las circunstancias de asistir a un concierto de la Euskadiko Orkestra previamente. Sin duda, más que nunca los programadores deben apostar por propuestas que incrementen las nuevas vías de difusión del proyecto, aunque ello suponga cierta desconexión en el programa o la inclusión de personas sin un perfil profesional.

Tras la ejecución de Abestu Euskadiko Orkestarekin y todavía en la primera parte, avanzamos hacia el plato fuerte de la tarde: el estreno estatal del Concierto para percusión y orquesta de Detlev Glanert. Dicho concierto ha sido co-financiado por la Euskadiko Orkestra junto a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart y la Orquesta Filarmónica del Ártico. El encargo de la pieza corrió a cargo del compositor alemán Detlev Glanert, quien estableció un set para el intérprete solista de marimba, vibráfono y glockenspiel.
Tal y como indican las notas al programa, Glanert se inspira en la música de Big band para el inicio de la pieza. En efecto, se puede constatar la influencia de una sonoridad americana algo difuminada, que aunque no se asemeja ni a la Third Stream ni al Gershwin más orquestal, se puede intuir cierta inspiración. Las escobillas en la caja, los pizzicati de los contrabajos y ciertos gestos de la cuerda contribuyen a esta sonoridad. La postura estética en este concierto de Detlev Glanert evidencia parte de las tendencias actuales, ya que tratándose de un compositor alemán, el peso histórico de las corrientes cercanas a la segunda mitad del siglo XX podría tener cierta conexión con las propuestas actuales, sin embargo no es así, y establece una sonoridad alejada. Este hecho evidencia la multitud de distintos caminos que se pueden recorrer en la actualidad, creando una rica variedad de estilos y géneros capaces de satisfacer los gustos de los oyentes más curiosos.
La interpretación del concierto destacó por la ejecución del percusionista Christoph Sietzen, quien mostró al público donostiarra una cuidada técnica en las láminas en todo momento. Un reto ambicioso dado el virtuosismo de la obra, en la que después de una cadencia entre la marimba y el vibráfono transicionó hacia un segundo movimiento calmado, en el que los arcos del vibráfono rompían ligeramente el silencio en el Auditorio del Kursaal.

En la segunda parte del concierto se interpretó la Sinfonía nº2 de Brahms. Una obra asimilada por Christoph-Mathias Mueller, que dirigió la sinfonía con convicción. Se trata de una pieza asentada en el repertorio habitual de las programaciones orquestales, pero su dificultad queda subestimada por el tipo de escritura tradicional que presenta Brahms. El desarrollo armónico permite unos fraseos de una densidad extrema, y cohesionar esta escritura junto a pasajes con un denso contrapunto no resulta una tarea sencilla. La exactitud en los ataques y la afinación de algunos pasajes transitorios presentan un reto para cualquier agrupación que aborde esta composición.
Una buena interpretación de la obra, que evolucionará con la reinterpretación en las distintas ciudades por las que la Euskadiko Orkestra trasladará su música.
Reseña de Álvaro Pérez Sánchez
